En La Paz se organizan en cooperativa para sacarle el jugo a la recolección del junquillo y la fabricación de escobas
Oscar arquea el lomo desde los 8 años. Y ahora, ya adulto, lo sigue arqueando para alimentar a sus hijos. Y también su mujer. Y arquean el lomo también sus hermanos, hasta su madre, a pesar que ya anda por los 60. Como Oscar hay muchos que hace lo mismo en La Paz. Cortar junquillo y venderlo para fabricar escobas es parte de la economía del departamento. Históricamente.
Pero esta vez, por primera vez, Oscar Urbieta y su familia, y otras 28 familias paceñas, sienten que la organización en cooperativa es posible y que así podrán mejorar sus ingresos. Que arquear el lomo, cortar el junquillo y hacerlo atado, será un negocio un poco mejor. Un atadito podría pasar de los 7 u 8 pesos, a los 10 o 12.
Es cuestión de organizarse. De que la mejor y más aliviada ganancia no quede en manos del intermediario, entre ellos y las fábricas de escobas de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe…
Oscar cree que es posible esta vez. Con su esposa Bárbara creen que sí.
Raúl Quiroga tiene 59 años, a los 6 ya cortaba junquillo y a los 16 empezó a hacer escobas. “Una vez un vecino de La Paz, que tenía la máquina para fabricar (es un aparato muy casero y artesanal) me ofreció probar porque había puesto una fábrica y, si alcanzaba al tiempo una buena producción, podía quedar trabajando al tanto. A los pocos días ya estaba haciendo 6 docenas por día y, desde ese momento, no dejé nunca de trabajar”.
Raúl habla con mucho cariño de su oficio. Dice que “por la gente que ha venido a comprarme, se que mis escobas han llegado a gran parte del país y Chile”.
Ahora el puede ser un gran maestro y un eslabón importantísimo en la cooperativa porque, si bien la fabricación no es el objetivo primero, puede ser una pata muy importante para la
El proyecto de la cooperativa está organizado por el Movimiento Popular Nuestra América (Zona Este), con apoyo del gobierno nacional y en conjunto con la Municipalidad de La Paz.
Aixa Moreno, responsable de la Dirección de Desarrollo Social de la comuna, dijo que “la organización social ha sido siempre una carencia en La Paz” por lo que la propuesta de la cooperativa y el acompañamiento que ahora le puede brindar la comuna y Nuestra América, pueden finalmente lograr mejora las condiciones laborales y de vida de las familias, que “son 25 que se dedican a la recolección de junquillo, más otras tres que pueden sumarse a la fabricación de escobas“.
Aixa dijo que “el trabajo del cortador de junquillo es un trabajo muy sacrificado y el intermediario, que es el que compra en La Paz y vende el junquillo en Buenos Aires y el norte del país, gana bastante, pero no paga bien. Entonces, lo que aspiramos es que la cooperativa pueda comercializar directamente, sin intermediarios, y que cada uno de sus integrantes obtengan mejores ganancias”.
El junquillo crece en terreno arenoso y con cierta humedad. La cuenca del Tunuyán y sus adyacencias, con la temperatura ambiente de La Paz, son un terreno perfecto para que crezca.
A cada junquillero un atadito, como el que se ve en la foto de arriba, se lo pagan entre 7 y 8 pesos. Vendido en fábrica se paga a unos 10 o 12 pesos. Esa es la diferencia que podría beneficiar a la cooperativa paceña.